Hacer la oración simple y sincera, que brote del corazón.
Pareciera lo normal y básico, pero es muy común que con el tiempo y las
exigencias personales nos hagan creer que, si no oramos de cierta forma o en
cierta cantidad de tiempo, en realidad no estamos “orando correctamente”. El
empezar a pensar de esa manera es la mejor forma de empezar a dejar de orar. Por
que nosotros mismos nos ponemos una carga tan grande que no podemos levantarla.
Y peor aún puede ser que hagamos una oración extensa y formal, pero que esta no
brote de lo mas profundo de nuestro corazón.
Si bien, sabemos que la oración
funciona y tiene poder en si misma, pero para el Cristiano por encima de ello,
es importante que brote de nuestro corazón. Con esto, no quiero decir que
solamente hay que orar cuando nos nace, NO para nada es eso, lo que quiero
decir; es que al orar busquemos como un ideal que nuestra oración brote de lo
más profundo de nuestro corazón y que esta sea sincera; en el caso que no sea un
brote de nuestro corazón, es ahí donde entra la fe y el auxilio del espíritu
santo que nos ayudarán a disponer nuevamente el corazón. Seguramente con el
tiempo y las circunstancias, las formas de oración y su duración variarán quizá,
hasta día con día. Pero lo importante es ser conscientes de la relevancia de la
oración en nuestras vidas.
En la actualidad, se utiliza constantemente la
palabra “normalizar” y con ella es la forma de expresar que una actitud o habito
(sea bueno o malo) ya esta tan arraigado en nosotros o en la sociedad que ni
siquiera lo notamos. Tomo lo anterior como una forma de expresar el ideal
Cristiano, Normalizar orar todo el tiempo desde el corazón. Y con ello me
refiero incluso hasta en las reacciones que como humanos tenemos, por ejemplo,
como cuando te golpeas en el dedo chiquito del pie, quizá salga una maldición en
forma de reacción, bueno; a eso me refiero con el hecho de normalizar que en
lugar de que salga de esa manera, salga en forma de bendición como un “hay
Señor”. Es un ejemplo burdo, pero el objetivo es transmitir la idea de elevar
nuestras reacciones con la fuerza del Espíritu Santo, para ello se requiere Orar
todo el tiempo.
Dios te bendiga.